Aunque para algunos suena a misión imposible o a un elefante blanco, lo cierto es que es muy posible y real. Cosa de hacer un cambio de enfoque con estas 6 ideas:
Fuente: www.habitolicious.com
La calidad del tiempo importa más que la cantidad
Según uno, bastan horarios y rutinas para ser más productivo, ¿que no? Una hora para hacer actividad física, una hora para estar con la familia, otra hora para llamadas… Pero seamos realistas: el mismo horario no necesariamente funciona igualito todos los días. ¿Por qué? Porque puede que uno saque ese pendiente atorado en menos de media hora, que el tiempo con la familia se alargue o que se decida hacer otros 15 minutos de actividad física.
Ser más flexible con los horarios y pensar en “calidad, no cantidad” quita mucha presión de encima, siempre y cuando uno sepa priorizar a qué le quiere invertir su tiempo.
No hay una forma correcta de ‘estructurarlo’
La mera verdad: no existen fórmulas preestablecidas, cada quien tiene necesidades de acuerdo a sus circunstancias. Por eso conviene dejarse llevar por la intuición. Nadie conoce qué es lo mejor para uno que… ¡uno mismo! Eso de compararse con los demás o ‘copiar’ la fórmula de otro no funciona. Hay que implementar la propia.
El balance no es posible si se odia el trabajo
Digámoslo: a uno le gusta su trabajo o no. Y no, éste no tiene por qué ser una monserga o un martirio. Cuando algo nos apasiona, se convierte en una parte integral de nuestros días; en algo que da, no que quita. Si el trabajo en verdad le aporta algo a nuestra vida, no se desea pasar más y más tiempo en otras cosas.
No es un concepto estático
Por sobre todas las cosas: hay que ser flexibles. Estas mismas fórmulas propias también pueden pueden cambiar con el tiempo. De pronto, los hijos necesitan más atención, la pareja tiene menos tiempo para uno o se necesitan más horas de sueño. La capacidad de adaptarse a las circunstancias es LA herramienta de herramientas.
Todo está en la mente
Cuando se habla de encontrar el balance, hablamos de ‘liberar la mente’. Queremos ser productivos, disfrutar lo que hacemos y nuestra vida personal. Para lograr esto, la mejor apuesta es estar en el aquí y en el ahora. Cuando se está en casa con la familia, hay que estar ahí, no repasando la agenda de mañana. Es cosa de redirigir los pensamientos.