El libro de Erich Fromm “¿Tener o ser?” sostiene que en la sociedad actual el hombre se ha habituado a vivir sobre una premisa: quien no tiene, no es. A continuación, nos adentramos en el desarrollo de esta idea.
Erich Fromm, psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista, escribió el libro ¿Tener o ser?, constituyendo un análisis filosófico y psicosocial de la sociedad contemporánea. En él, describe cómo las personas y las sociedades han ido evolucionando frente a dos orientaciones, la orientación del ser y la del tener. A continuación, os mostramos sus principales diferencias.
En la actualidad, vivimos en una sociedad que cada vez requiere más producción, ya sea de bienes materiales o de procesos interiores, de carácter biológico o conductual. Pareciera que si alguien no se somete a este cumplimiento de reglas internalizadas, que surgieron con la industrialización, no tiene y, por lo tanto, no es.
Sin embargo la producción, esencia de la industrialización, no es sinónimo de productividad. Para Fromm, productividad no significa hacer el mayor número de cosas en el menor tiempo posible, ni alcanzar unos logros, ni poseer determinadas virtudes.
La productividad, tiene que ver más bien, con aquello que no se ve, nuestra historia, lo que pensamos, como nos posicionamos ante cualquier dilema, las decisiones que tomamos, pero si tener en cuenta un resultado determinado o un fin a conseguir. Se trata de un proceso de ser.
La orientación del ser
Este foco en el ser de cada uno, es una máxima de la individualidad, en oposición al egocentrismo, propio de la orientación del tener. A lo largo de sus páginas, Erich Fromm, advierte que no hay que confundir la individualidad con el egocentrismo y viceversa.
En contraste al periodo de la preindustrialización, ya no se tiene para vivir, ahora se vive para tener. La evolución de la sociedad industrial pasó por cosificar valores que antes eran solo de la orientación del ser, y ahora pertenecen a la orientación del tener.
Desde la orientación del ser, no nos define nuestro coche, nuestro trabajo ni nuestro aspecto físico, ni nuestras capacidades, nuestros defectos y ni siquiera nuestras virtudes vinculadas al logro o éxito. Somos mucho más que eso.
En la esencia del ser, puedes ser feliz con lo que eres, pero no con lo que tienes. Tú eres esencialmente más de lo que tienes o lo que haces. La orientación del ser significa ser fieles a nuestra historia, idiosincrasia, forma de pensar, y por tanto, no cambiarse a una orientación del tener, propia del materialismo extremo.
La orientación del tener
Erich Fromm situaba la orientación al tener, en vez de al ser, como base de la conducta consumista o consumismo y advertía las con-secuencias del consumismo en la realización del ser.
Esto se traduce que, si no se tiene «X» cosa, la condición humana ya no es; una crítica que reitera a lo largo del libro, bajo la fundamentación humanista, que conceptualiza, valga la redundancia, en el derecho a ser del ser humano, libre de condiciones materiales.
Otra de las consecuencias que se derivan de la orientación del tener es la equiparación del humanismo con el animalismo. Erich Fromm criticaba la postura infantilizada del ser humano, cuyo proceso vital era exclusivamente el de tener.
A nivel social, Erich Fromm consideraba que el exceso de organización de asuntos públicos culmina en la organización de lo superficial, restándole valor al desarrollo del propio individuo y de sus procesos; esto es, limitando el desarrollo del ser, por una reducción al tener. Por ello, criticaba la cultura occidental cuyo proceso vital era el de tener.
En lugar de valernos por lo que tenemos, debemos pensar en la premisa de valgo por lo que soy. Así, tus propósitos, decisiones, valores como la lealtad, el compromiso, la comprensión, cómo ayudas, etc., dirían más de ti que lo que tienes, ya sean bienes materiales o inmateriales.
La confusión en el lenguaje, origen del análisis
El empleo indistinto de estos verbos y las consecuencias nefastas de su confusión se reconocieron en el siglo XVIII a través de Du Marais. Podemos tener un reloj, y esto hace referencia a la orientación del tener, pero si decimos que tenemos una idea, lo hace en la orientación del ser y no del tener.
Por medio del psicolingüista Chomsky, Fromm señala que esta confusión -en términos psicológicos- se lleva produciendo desde hace 200 años, y que esta tendencia a sustituir sustantivos –referidos a la posesión– por verbos, se ha vuelto más frecuente e intensa, alimentada por la necesidad del consumo.
En la orientación del ser, una competencia o una discapacidad no nos identifica, porque somos mucho más que eso. Somos nuestra historia exclusiva de nuestro propio ser; por esto, Fromm decía que es importante referirse al tener y no al ser cuando uno posee, por ejemplo, una competencia o discapacidad.
Así mismo, denominó carácter mercantil, a aquellas posesiones no materiales, como características personales que se cotizan al alza en el mercado y que todo el mundo debería seguir, olvidándose el concepto propio de la individualidad.
Bases filosóficas de la orientación del ser vs tener
El proceso, la actividad y movimiento como elemento de ser, supone que la idea de ser implica un cambio constante, tal y como expresaban, Heráclito y Hegel. Sus formulaciones defendían el ser como proceso y no como sustancia, diferenciándolos de Platón, Parménides y los escolásticos. Por este carácter cambiante del ser y no tan centrado en el tener, los principios de los primeros se asemejaron a los de la filosofía oriental.
Para Buda, nada es permanente, ni durable, ni para el yo, ni para las cosas. Lo único permanente son los procesos. La importancia de la orientación del ser se puede observar en que el pensamiento científico ha producido un renacimiento de los conceptos filosóficos de la perspectiva del proceso al descubrirlos y aplicarlo a las ciencias naturales.
Según esta perspectiva, el conocimiento comienza con la destrucción de las ilusiones, con la desilusión –entäuschung– que ha sido un concepto estudiado como forma de acceder al conocimiento. Como observamos, la influencia del pensamiento en la orientación del ser tiene que ver con los procesos que no se ven, en muchas ocasiones, latentes o inconscientes en el individuo o en las sociedades.
El conocimiento del origen y la potencialidad del ser, según Erich Fromm
Para Erich Fromm, es necesario conocer el origen del ser con independencia de su naturaleza. Conociendo el origen del ser podremos llegar a conocer nuestras fortalezas y debilidades. Fromm, influenciado por Freud, era consciente de muchos de los límites del psicoanálisis ortodoxo, así como sus potencialidades, y por ello, consideraba ésta una herramienta eficiente en cuanto al trabajo del ser reprimido.
Sin embargo, conocer el origen del ser, no es determinante, y adelantándose a la psicología cognitiva, defendía la mayor importancia del pensamiento y los esquemas cognitivos, como antesala de otros procesos como los emocionales.
En cuanto a la potencialidad del ser, Fromm defendía la necesidad de fomentarla y así mismo reconocía, que el trayecto de la sociedad contemporánea supondría un obstáculo en esa potencialidad, por la querencia de unos valores limitados al materialismo. En su análisis social, defendía que las sociedades y la política tuviesen un diálogo real, a fin de preservar la potencialidad del ser y las libertades o derechos individuales. Entre ellos, la alimentación y la comunicación veraz, los consideraba esenciales, para la potencialidad del ser.
Ser, tener y hacer
El maestro Eckart, iba un paso más allá y consideraba que no somos lo que tenemos; tampoco lo que hacemos. Para él, el ser humano no debe considerar tanto lo que debe hacer, sino lo que es.
Un concepto, vinculado a esta línea de pensamiento del místico alemán Eckart, olvidado a menudo en la sociedad occidental, es al que apela Fromm a lo largo de su obra: la estructura del tener. La estructura del tener hace referencia al medio o a la forma para alcanzar determinadas metas.
Fromm nos transmite su mensaje de que no hagamos tesoros en la tierra, donde esté presente la corrupción, la manipulación, la mentira o el engaño, pues dónde estuviere nuestro tesoro, está nuestro corazón.
Aunque Erich Fromm se muestra distante con absolutismos, religiones y diferentes ideologías, como la vinculación del nuevo testamento al nacimiento de la Iglesia, reconoce el legado filosófico y antropológico del cristianismo en relación con los valores humanistas y el desprendimiento del tener.
La Ilíada de Homero es una descripción de conquistadores y ladrones glorificados. Agamenón despoja de los brazos de Aquiles a la protagonista, valiéndose de su poder. Las características del mártir siempre han sido ser, dar y compartir, mientras que las del héroe han sido las opuestas, como tener y explotar. Esto ha sucedido en la formación de muchas sociedades a lo largo de la historia, y en sus enseñanzas, por lo que son una valiosa fuente de aprendizaje.
Puede que estemos, viviendo en una materialismo consumista –de bienes y valores– o en el pragmatismo férreo, en el cual nos olvidemos de la filosofía de dar, sin esperar nada devuelta. Y puede, que pensando que ganamos, en esa búsqueda de ganancia, realmente, se pierda parte de nuestro tesoro.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com