Los 5 pasos clave de la sexualidad juvenil
Ricardo Capponi explica que hay dos grandes maneras de construir límites en el desarrollo mental, y también frente al desarrollo de la sexualidad: la educación prohibitiva y la educación propositiva, cada una con sus ventajas y desventajas. La educación prohibitiva es conveniente e inevitable en las primeras etapas de desarrollo, o sea, hasta los nueve años, para crear las bases para una moral convencional. Sin embargo, agrega que este sistema deja tendencias inhibitorias y represiones “que afectarán la vida sexual futura”. La otra forma de abordar el tema es con el modelo propositivo, que se relaciona con el diálogo. A partir de la adolescencia, el control está basado en un control consciente, de más libertad y flexibilidad, o sea, el joven va creciendo en un clima de muchos más valores. Esto requiere educadores y padres muy atentos, que prohíban las experiencias traumáticas y permitan otras.
Fuente: http://www.uc.cl
“La renuncia al sexo no es la mejor opción para todos los jóvenes”.
1. Cómo enfrentar la erogenización del cuerpo del hijo
“En la pubertad viene la invasión de las hormonas, aparece la excitación sexual y la masturbación, elemento que ha sido permitido para los hombres, pero con mucha culpa, y que ha sido absolutamente prohibido para las mujeres. Los papás tratan la masturbación de una manera muy poco natural. No hablan de eso, o si lo hablan es desde el temor, la angustia. Pero la erogenización del propio cuerpo es un paso fundamental para tener después una buena sexualidad.
Ahora, es un tema delicado porque no se trata de promover la masturbación. Se trata de no castigarla y de explicarla y, en este sentido, el colegio juega un rol fundamental. La masturbación es un acto autoerótico de carácter narcisista y egocéntrico, y si es muy excesiva tiende a dejar en una sexualidad muy centrada en uno mismo. De hecho, hay hombres que prefieren masturbarse en vez de hacer el amor, y las mujeres se quejan.
También en el futuro un masturbador compulsivo puede tener problemas en su desempeño sexual. Hay que dejar que la culpa natural se exprese, porque eso lo llevará a buscar una pareja. Pero hay que mostrar que es natural. De hecho, si un adolescente no se masturba hay que preguntarse por qué”.
2. Aceptar que a una edad comienzan su vida sexual
“A los 13 años empiezan las caricias, puede ser un beso, una cosa menor, pero tenemos que aceptar que los jóvenes busquen una excitación compartida. Pero hay que fijar límites con la masturbación compartida, que a mi juicio se acerca bastante al coito. O sea, a los 17 años pueden acceder a la masturbación mutua, pero cuando están enamorados. También hasta los 17 años hay que darles una fundamentación muy fuerte acerca de por qué el coito no se debe permitir. Y es porque tiende a producir una disociación en la mente, donde por un lado va el carril de la afectividad y por el otro va el carril del sexo. Esta tendencia lleva a la infidelidad en la adultez.
A partir de los 17, 18 años, la mente está preparada para tener un encuentro coital, pero, vuelvo a repetir, enamorados. Pongo este requisito porque si se vive la experiencia sexual sin relación con la vida afectiva, el niño se va acostumbrando a un sexo centrado en el placer, y no va siendo capaz de ir ligando la excitación sexual con el mundo interno del otro, con la persona.
El que yo sostenga que tienen la capacidad para tener un coito no significa que diga que tienen que hacerlo. Esto incorpora la posibilidad de la abstinencia. Pero lo importante es la abstinencia con sentido; la abstinencia en la ignorancia o basada en el susto endeuda, porque no es un acto de libertad e implica represión. El riesgo es que el día de mañana la persona quede resentida, y viva un quiebre serio en la crisis de la edad media de su vida (40, 50 años). En cambio si alguien, sabiendo que a los 18 años podría tener vida sexual estando enamorado toma la opción de que quiere hacer la renuncia, no reprime”.
3. La importancia de conocer al pololo a través del sexo
“La sociedad funcionaba con el hombre con una vida sexual sin afecto, por fuera, al mismo tiempo que tenía a su polola a quien “respetaba” y con la cual se casaba. Era la mujer la que reprimía su sexualidad, con todos los inconvenientes que eso significa para el matrimonio. El hombre disociado y la mujer reprimida. Por otro lado, gran parte de los fracasos de la relación de pareja tienen que ver con que se elige mal: la gente se casa sin conocerse. Aquí la sexualidad juega un rol fundamental: La vivencia corporal del precoito, el coito, y el poscoito, como acto de encuentro bien vivido, es sumamente revelador de cómo es el otro. Te entrega facetas que no se dan en las conversaciones ni en el romanticismo, y que tienen que ver con la compatibilidad. No quiero decir que esto defina toda la calidad del matrimonio, pero es uno de sus cuatro pilares, junto con la comunicación, los proyectos en común y la contención. Los jóvenes lo han entendido y han dilatado la edad del matrimonio. Si pueden estar preparados para tener vida sexual a partir de los 17, 18 años, y se casan a los 28, 30 años, ¿qué hacemos con la sexualidad en ese tiempo? Puede ser una opción la renuncia, pero es importante estar convencido del sacrificio que implica y que sea simétrica en el hombre y en la mujer. Pero creo que no es la mejor, y de hecho no se cumple”.
4. Cuándo y por qué poner límites
“Entre los cuatro y los nueve años los padres deben ejercer su autoridad, deben prohibir cualquier contacto corporal de sus hijos con adultos extraños y pedir la opinión de un especialista en caso de masturbación excesiva. Además, debe estar estrictamente prohibido el acceso a internet si los padres no están en la casa. Durante la pubertad, entre los 10 y los 14, hay que tomar medidas que eviten encuentros sexuales que lleven al coito, aunque estas prohibiciones y límites deben enmarcarse en una moral realista, pero aceptada por ellos. Pueden estar solos en la pieza, pero con la puerta abierta, por ejemplo.
En la pubertad también hay que pedir ayuda en caso de masturbación excesiva o compulsiva, pero debemos tolerar la necesidad de masturbación… no abrirle la puerta de la pieza. La prohibición de acceso a internet sin los padres presentes sigue vigente, lo mismo que el chateo erótico con desconocidos.
Entre los 14 y los 17 años debe haber una caída significativa de las prohibiciones y los límites se deben establecer con buenas argumentaciones, no solamente basados en doctrinas. Porque si no se dialoga hay rebeldía. Quizá pueden estar con el pololo con la puerta cerrada, pero no con llave. Se pueden acariciar, pero que no hagan el amor. Esto es lo que se llama la solución del caso personal: ése es el rol de los padres, y no la información teórica. Cuando eso lo tienen claro en el colegio, los padres entran a jugar en una cancha distinta, en que el niño sabe muchas cosas. Por ejemplo, si el hijo de 18 años se quiere acostar con la polola en su pieza es un tema delicado, que no hay que tapar, pero tampoco liberalizar. Hay que buscar soluciones que sean adecuadas, integrando los principios, la moral, pero también el placer.
Otro tema delicado es que muchos jóvenes están usando el sexo para calmar la angustia, por choreza, y también muchas mujeres para dejar tranquilos a los pololos. Tenemos una sexualidad tremendamente machista. Ahora que se abrió la sexualidad, los hombres ya no buscan sexo por fuera, sino que lo buscan con su polola. Y los que están marcando la pauta son “los” y “las” bacanes, las que se entregan. Aquí entra el tema del sexo oral. La cantidad de jóvenes que, por no embarazarse, le hace sexo oral a su pololo es enorme. Es una actitud completamente servil hacia el hombre que se está viendo desde los 13 años. Hay una fachada, en el sentido de que las jóvenes dicen que están a la par de los hombres, pero en la práctica no es así. Hay mucha disconformidad entre ellas. Tal vez por eso hay un rebrote de lesbianismo.
Aquí tienen que intervenir el colegio y los papás. Hay que conversar estos temas. O sea, mostrarle a la mujer que eso es un malentendido, que tiene que ser asertiva, que el que le exige otra cosa es agresivo y primitivo”.
5. Los padres no se pueden hacer cargo, solos, de la educación sexual de sus hijos
“Esto es por el pasado vincular no resuelto. Los hijos se sienten incómodos con los padres. No es lo mismo pasar por una pieza donde unos amigos están haciendo el amor, a pasar por la pieza donde los padres están haciendo el amor. Si le empiezas a contar intimidades a tu hijo, lo más probable es que te haga callar; no quieren saber nada. La otra razón está ligada a los conflictos que se encuentran en pleno desarrollo. Por ejemplo, la juventud puede ser peligrosa para los papás. Un papá muy envidioso empieza a tirar el agua para su molino y puede castigar a su hijo. El hijo envidiado: la madre que se da cuenta de que su hija sí se permitió muchas cosas y que ella ha aguantado años con un hombre que la explota. Si esa mujer es sana, si tiene una buena relación con su marido, va a estar feliz por su hija. Pero lo contrario pasa mucho. O el dilema del hijo que se va: ya se fue a meter con esta mujer. O la hija que sufre porque tiene un papá celoso… En una relación vivida con autenticidad están todos estos elementos. De otra manera significa que están tapados, se corre un tupido velo, típico de nuestra sociedad. Son distintos conflictos que hacen muy difícil la educación sexual. Lo cual no quiere decir que los padres no tengan que enfrentarlo. Al contrario, tienen que estar ahí, pero la sociedad no debe cargarles a ellos toda la mano. En resumen, el colegio tiene que cumplir con el rol de la información acabada, científica, en relación a los procesos sicológicos que están en juego en la sexualidad.
Educación sexual: integrar dos modelos
Ricardo Capponi explica que hay dos grandes maneras de construir límites en el desarrollo mental, y también frente al desarrollo de la sexualidad: la educación prohibitiva y la educación propositiva, cada una con sus ventajas y desventajas. Dice Capponi que la educación prohibitiva es conveniente e inevitable en las primeras etapas de desarrollo, o sea, hasta los nueve años, para crear las bases para una moral convencional. Sin embargo, agrega que este sistema deja tendencias inhibitorias y represiones “que afectarán la vida sexual futura”. La otra forma de abordar el tema es con el modelo propositivo, que se relaciona con el diálogo. Dice Capponi: “A partir de la adolescencia, el control está basado en un control consciente, de más libertad y flexibilidad, o sea, el joven va creciendo en un clima de muchos más valores. Esto requiere educadores y padres muy atentos, que prohíban las experiencias traumáticas y permitan otras”. Y añade: “En general, los papás aplicamos la educación prohibitiva, y ése es el gran problema. Tenemos muy botados a los adolescentes y les decimos cosas estúpidas que nos dejan tranquilos a nosotros. Con muchos colegios pasa lo mismo. Como no quieren tener problemas, entregan unas pocas normas súper rígidas y listo”.
A raíz de esto, Ricardo Capponi y un grupo de sicólogos creó el Cesi (Centro de Educación Sexual Integral), donde están desarrollando cursos para profesores y apoderados, desde la pespectiva de fundir los dos sistemas de enseñanza de educación sexual. (www.cesi.cl)
Ricardo Capponi
Texto: Ximena Urrejola B.