Padres sobreprotectores
En vez de colaborar con el aprendizaje, la sobreprotección puede entorpecerlo, formando niños inseguros y dependientes, que más tarde afrontarán problemas en el trabajo y en la relación de pareja.
No existe un manual para criar a los hijos, pero está claro que el amor es la premisa que guía a los padres. No obstante, en nombre de ese enorme afecto, muchos progenitores creen, erróneamente, que la mejor fórmula es sobreprotegerlos, llegando incluso a vivir parte de la vida de sus hijos con tal de resguardarlos de las dificultades que deben afrontar.
Fuente : www.educarchile.cl
La línea entre el cuidado y la sobreprotección puede ser fácilmente flanqueada por un padre temeroso o una madre ansiosa. Es así que muchos niños que ya han salido de la educación parvularia son vestidos por sus padres y otros chicos que ya están a punto de entrar a la adolescencia continúan siendo bañados por ellos. Hay otros casos en que los menores llegan al colegio con tareas perfectamente realizadas, con un solo “pero”: fueron hechas por adultos.
Existen muchos ejemplos similares que parecen asombrosos, pero que a ojos de algunos padres corresponden a la rutina que todo progenitor debiera efectuar con su hijo. La conducta de estos adultos puede responder a muchos factores, dependiendo del caso.
Para Virginia Urrutia, magíster en docencia universitaria y estudiante de doctorado en psicología en la Universidad del País Vasco, la actitud de sobreprotección de los padres puede tener múltiples orígenes. Muchas veces el vínculo sobreprotector “tiene un carácter simbiótico”, es decir, “se pierde el límite entre la vida de la madre y la del hijo; el lugar que ocupa el niño, lo que representa para la madre puede ser la continuidad de su propio deseo”.
Según Urrutia, quien es además académica de la Universidad Arturo Prat, el comportamiento de cuidado desmesurado por parte de un progenitor podría entenderse también como una manera de “resarcir sus frustraciones personales en el hijo. Para la madre o el padre, el hijo ideal lleva una enorme carga de ser exitoso. Tratan de vivir la vida a través del niño, bloqueando su capacidad de tomar decisiones”.
La terapeuta familiar Eliana Carmona, en tanto, explica que este actuar puede darse en situaciones en que las madres “han tenido problemas en el embarazo o se trate de un hijo nacido prematuramente o con alguna complicación al nacer, entonces los padres sienten que tienen que cuidarlos demasiado para que puedan sobrevivir”. Carmona agrega que también hay “madres que son muy ansiosas y que temen que pueda ocurrirle algo a sus hijos por experiencias anteriores o porque se juntan con otros padres aprehensivos”.
Niños sobreprotegidos serán adultos perdedores
Lo más grave de la sobreprotección es que en vez de cumplir con el objetivo de entregar un mejor cuidado a los niños, termina por entorpecer su desarrollo y obstaculizar su paso hacia a la adultez a través de la experiencia.
Eliana Carmona advierte que los menores que son excesivamente celados por sus progenitores “no saben tomar decisiones, son perdedores porque no saben afrontar la competencia y son inseguros porque esperan afuera la misma protección que recibieron de sus padres”. Por eso no es de extrañar que un niño que fue sobreprotegido se convierta en un adulto incapaz de tomar determinaciones y se haga dependiente de su pareja, sus amigos o sus colegas.
Para evitar que eso ocurra, Virginia Urrutia recomienda: “cuando el padre se reconoce sobreprotector debe encauzar al niño hacia un proceso de individuación progresivo, donde pueda ir definiendo lo que le gusta y lo que le cuesta, dejando espacio a la manifestación de sus emociones”.
Consciente de la importancia de favorecer el desarrollo de la inteligencia emocional, la terapeuta Eliana Carmona llama a los padres a “dar libertad a los niños para que éstos compartan con sus pares, porque muchas veces los niños aprenden más con los pares que con los mayores”.
Además, Urrutia advierte a los padres que “los hijos son un legítimo otro que vive a través de uno, pero no nos pertenece y que hay que permitirle equivocarse”.
Por último, la psicóloga aconseja a los padres que no estén las 24 horas pensando en satisfacer hasta los requerimientos más mínimos de un hijo. “Hay que darle espacio a la necesidad y que el niño sienta que requiere ciertas cosas, pues en la necesidad se desarrolla el ingenio”.