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Jul 15, 2019
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TEATRO Y YOGA

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Héctor Noguera. “Principalmente el teatro y también el yoga me han enseñado a tener compasión por el ser humano. Eso no significa apenarse por el otro, sino saber ponerse en su lugar. Para mí, esa es una virtud fundamental”.

“Tengo más proyectos que vida por delante”

A los 82, el popular actor está más vigente que nunca. Integra el elenco de la teleserie “Juegos de Poder” en Mega, estrenó “La última sesión de Freud” en el teatro UC y  es director artístico de Teatro Camino, donde en junio volverá a presentar “De Quijano a Quijote”, obra de gran éxito en el Festival de Santiago a Mil. También es  decano de la Facultad de Artes de la U. Mayor y en octubre dirigirá una nueva versión de “La Pérgola de las Flores” en el GAM. El yoga, el deporte, una sana alimentación y una familia que lo apoya, son su receta.

Hoy mira distinto la vida. La satisfacción de haber recorrido un largo y fructífero camino y la certeza de que le queda menos tiempo del que ya ha vivido, lo hacen valorar más la calidad que la cantidad. Especialmente luego de haber estado al borde de la muerte, producto de un accidente a caballo en el verano de 2016. Por eso vive intensamente y disfruta cada minuto a su familia y la actuación, las dos grandes pasiones de su vida.

El 8 de julio, Héctor Noguera Illanes -actor de teatro, cine y TV, director, dramaturgo y decano de la Facultad de Artes de la Universidad Mayor- cumplió 82. Con una destacada trayectoria de sesenta años sobre las tablas y más de 150 estrenos, “Tito” Noguera aún conserva su atractivo, la mirada azul profundo, un físico tremendamente ágil y una mente inquieta y llena de proyectos. “A veces  me asombro de la cantidad de cosas que he hecho y también de las muchas otras que quiero hacer. ¡Ahora tengo más proyectos que vida por delante! Sin embargo, también sé que en cualquier momento eso se termina. El accidente me hizo tomar conciencia de lo precaria que es la vida”.

¿Sintió miedo a la muerte?

El accidente me hizo perder ese temor. En algún momento pensé que podía morir y no me pareció algo terrible. Me recordó un verso del poeta chileno Claudio Bertoni: “La muerte dura un ratito no más”. Y tiene mucha razón; lo terrible son las enfermedades que la preceden o la posibilidad que tuve de quedar inválido. Le tengo más temor a eso que a la muerte que dura solo un ratito…

Usted goza de excelente salud…

Me alegro de tener un estado mental y físico que me permite hacer lo que quiero. Igual a veces algo falla. Estuve una semana en la clínica por un problema a los riñones, pero fundamentalmente me siento bien para trabajar, que es lo que más me importa.

¿Cuál es su secreto para mantenerse así?

Vengo de una familia longeva, como medidamente de todo, tomo una copita de vino a la comida y un pisco sour con los amigos. No fumo, nado mucho y practico yoga desde muy joven, aunque no siempre con la continuidad que quisiera.  Pero uno sigue siendo yogui aunque no practique en un momento determinado. Yoga es mucho más que una actividad física: es buscar el equilibrio mente-cuerpo, conectarse con tu centro y vivir el hoy lo más posible. Es apreciar lo que tienes y no fijarte en lo que te falta; tener menos ambiciones y expectativas.

¿Cómo llegó al yoga?

En la Escuela de Teatro de la UC tenía una profesora de movimiento que era yogui. El yoga tiene mucho en común con el teatro: te permiten tomar conciencia de tu cuerpo y del cuerpo de los demás para dialogar y relacionarte mejor. Tienes lo físico, la respiración y, al mismo tiempo, trabajas la emoción, la mente, la memoria, el contacto con otros, entiendes mejor la humanidad. El teatro consiste en armar los personajes desde su propio punto de vista. Imagínate todos los personajes que he hecho y todos tienen diferentes maneras de mirar el mundo. Por eso nunca califico a un personaje…

¿Incluso cuando actúa de “malo”?

Esa es una manera simple de explicar a los demás cómo es tu personaje, pero yo no juzgo al personaje, solo me ocupo de saber cuál es su punto de vista. Si digo que es malo, empieza a actuar el villano y yo prefiero actuar al ser humano. En definitiva, ¿qué es ser villano? Hay millones de maneras de serlo y cada uno tiene algo de santo y algo de villano. Principalmente el teatro, y también el yoga, me han enseñado a tener compasión por el ser humano. Eso no significa apenarse por el otro, sino saber ponerse en su lugar. Para mí, esa es una virtud fundamental.

¿Qué otra virtud es fundamental en su vida?

La rigurosidad. Practico natación, entre mil y mil 200 metros de tres a cinco veces por semana, con un entrenador. Me gusta la rigurosidad: él me pone metas exigentes de acuerdo a mis posibilidades y me corrige continuamente la técnica. La rigurosidad es un valor en mi vida en general: en el trabajo, en el deporte, en la familia… Siempre he dicho que yo soy producto más del trabajo que del talento y para eso se requiere rigurosidad.

Y el descanso, ¿qué papel juega?

¡Es lo más aburrido del mundo! Eso sí me gustan las vacaciones, pero sabiendo que es por un rato y que vuelvo a lo mío. Por lo general, veraneo con mi familia un mes en Cachagua, un lugar que me encanta y donde conozco a mucha gente. Duermo entre siete y ocho horas, leo bastante y estudio los papeles que voy a hacer en el año… ¡También trabajo en vacaciones! ¿Jubilarme? ¡Ni pensarlo!

“Principalmente el teatro y también el yoga me han enseñado a tener compasión por el ser humano. Eso no significa apenarse por el otro, sino saber ponerse en su lugar. Para mí, esa es una virtud fundamental”.

¿Con tanta actividad, cómo maneja el estrés?

A veces uno se preocupa demasiado por cosas que no valen la pena. Hay que hacer una selección para vivir lo más armónicamente posible. Yo hago un montón de cosas, pero también sé delegar gracias a que cuento con mucha ayuda: mi mujer, hijos, familia, amigos, personas con las que trabajo… Tengo muchas cosas que la mayoría de las personas a mi edad ya no tienen. Estoy consciente de ese privilegio y lo agradezco todos los días.

¿Se lo agradece a Dios? ¿Cree en Dios?

Sí, claro. Estudié en un colegio católico -el San Ignacio de Alonso Ovalle- pero no practico ninguna religión. Creo en un orden universal y si a ese orden se le puede llamar Dios, claro que creo en él.

“SIEMPRE QUISE SER PAPÁ”

La familia, dice, juega un papel fundamental. “Desde muy joven siempre quise tener hijos, no como ahora que la gente cumple los 30 años y todavía tiene dudas de si tener o no tener”, comenta extrañado.

“Quizás porque mi padre falleció cuando yo tenía apenas dos años y medio, por lo que alcancé a decir muy pocas veces papá, el hecho de tener cinco hijos que me llamen así me emociona, me conmueve”.

De su primer matrimonio con Isidora Portales, nacieron María Piedad -curadora y productora- y Amparo, la actriz. Junto a Claudia Berger, su mujer desde hace 40 años, tuvo otros cuatro: Claudia, que falleció recién nacida -“uno de los grandes dolores de mi vida”- ; Diego, actor y compositor; Emilia, actriz, directora y guionista; y  Damián, músico y escritor. El clan lo completan cinco nietas, un bisnieto y otro que viene en camino. “A pesar de que ninguno vive con nosotros, compartimos mucho con ellos y tengo la suerte de que trabajamos más o menos en lo mismo: el teatro por mí lado y la música por Claudia”, cuenta con orgullo.

Usted ha dicho que le emociona que lo llamen “papá”…

Quizás porque mi padre falleció cuando yo tenía apenas dos años y medio, por lo que alcancé a decir muy pocas veces papá. El hecho de tener cinco hijos que me llamen así me emociona, me conmueve…

¿Qué importancia le da a la relación de pareja?

Para mí, claramente es un complemento. Yo sería otra persona sin Claudia. No sé cómo sería, pero no sería el mismo. Valoro mucho su cariño, su presencia, su generosidad, su ayuda…

¿Y la amistad?

Cuando hablo de la familia y el trabajo como dos ejes importantes en mi vida, creo que olvido mencionar a los amigos, que son fundamentales. Desde chico he tenido siempre amigos y primos muy cercanos y me preocupo de cultivar esas relaciones.

De todos los papeles que le ha tocado desempeñar en su vida real, ¿cuál es el preferido?

Actor, papá, abuelo, amigo, pareja… Todo eso soy yo y no estoy dispuesto a renunciar a ninguno. Es como que me preguntaras qué hijo prefiero: no podría decirlo porque todos son parte de mí.

Y sobre las tablas, ¿cuál ha sido el preferido?

Más que un personaje, diría que es una obra: La vida es sueño, de Calderón de la Barca. Pero hay muchos personajes que me han marcado. En la TV, Melquíades, en Romané; y en el teatro, Hamlet y Lear. Ahora estoy encarnando a Freud en el Teatro UC, que tiene un supuesto encuentro con C.S. Lewis, de las Crónicas de Narnia. Tienen un diálogo apasionante sobre la existencia de Dios.

¿Algún personaje que se arrepiente de no haber actuado?

¡Romeo! Me habría encantado. Marcelo Romo lo hizo muy bien y me daba mucha envidia porque teníamos la misma edad. Los “romeos” de ahora no me dan envidia; ya estoy viejo para eso…

¿Otras cosas de las que se arrepiente?

No creo mucho en el arrepentimiento. Agradezco mucho lo que se me ha dado, como también lo que no. Como dice el refrán popular “por algo será”. Por alguna razón que desconozco, y que maneja alguien superior, se dan las cosas de determinada manera. Si miro para atrás, quizás pude hacer algo mejor de cómo lo hice, pero eso es desde la perspectiva actual y no como lo vi en ese momento. Por eso no me arrepiento mucho de nada… Mejor mirar hacia adelante…

 

Fuente: www.yogastyle.cl / Paula San Román S.

 
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