No importa si los personajes de sus páginas son magos o vampiros: sus penas y alegrías pueden ser compartidas de corazón por cualquiera que lea sus historias.
Lorena Guzmán H. Si alguna vez ha querido tener poderes mágicos o ha suspirado por el amor de un vampiro cuando lee, no tema por su salud mental. Es parte de ser humano.
El sentido de pertenencia no sólo se puede encontrar en el mundo real, dice un estudio de la Universidad de Búfalo (EE.UU.): los libros pueden conectarnos y llenarnos de emociones reales.
Los investigadores les pidieron a 140 alumnos universitarios que leyeran capítulos de los libros “Crepúsculo” y “Harry Potter y la piedra filosofal”. Luego, les hicieron preguntas como ¿Crees que puedas desaparecer y reaparecer en otro lugar? o ¿cuán afilados son tus dientes?
Tal como los investigadores esperaban, los lectores de Harry Potter “se transformaron” en magos y los lectores de “Crepúsculo”, en vampiros.
“Leer hace que la gente se sienta contenta y feliz porque, en parte, les permite sentirse conectados con comunidades. Esa conexión es esencial para sentirse ser humano”, explicó a “El Mercurio” la psicóloga y líder del estudio, Shira Gabriel.
Maili Ow, especialista en literatura juvenil de la Universidad Católica, dice que “efectivamente la relación de los lectores con los libros puede llegar a ser muy estrecha y despertar procesos de identificación con el mundo narrado, con sus conflictos, personajes y situaciones”.
Según la investigación, es parte del ser humano el querer estar con otros, el pertenecer a grupos y sentirse parte de. Eso nos reconforta aunque para ello momentáneamente 140 personas se sintieran poderosas e inmortales, como vampiros y magos.
Los libros pueden despertar sentidos de pertenencia -a grupos sociales, movimientos, tendencias, entre otros-, dice Maili Ow, “lo que depende en gran medida de los lectores”.
Por eso un libro no siempre tiene el mismo poder hipnótico en todos. Algunos textos enganchan y otro no, incluso si son ciento por ciento fantasía.
Esa inmersión que lleva a apropiarse de poderes mágicos o del amor por un vampiro no es un proceso consciente, opina Shira Gabriel. “La gente no se da cuente que se asocian con el grupo, es automático y le pasa a todo el que lee, siendo más fuerte en los que leen mucho y que valoran ser parte de un grupo”.
Así, concluye el estudio, un libro puede aliviar la soledad al permitir una identidad colectiva fácil de adquirir y que es psicológicamente muy agradable. “Nos dan más que una oportunidad de sumergirnos en la fantasía; nos dan la oportunidad de conectarnos, de ser miembros de algo más grande que nosotros mismos y de sentirnos contentos durante un fugaz pero precioso momento”.
Maili concuerda. “Un libro de calidad aspira a eso, a provocar experiencias estéticas que nos seducen y que, no en pocas ocasiones, nos ayudan a evadir situaciones poco agradables”.
Fuente de emocionesUn libro no sólo educa o entretiene, sino que también hace bien al equilibrio emocional.
Pamela Silva, psicóloga positiva de la Universidad Andrés Bello, explica que al leer, el cerebro está forzado a usar la imaginación para recrear lugares, situaciones y sentimientos. Cuando algo que leemos nos provoca felicidad, se activan las mismas zonas del cerebro que se accionan al recibir buenas noticias o lograr algo.
“La lectura es un recurso para darnos espacios de sentir cosas positivas y negativas”, dice. “Darnos permiso de ser felices o incluso de llorar es beneficioso porque nos ayuda a desarrollar resiliencia y a adaptarnos”.
Fuente: Diario El Mercurio, Sábado 30 de abril de 2011