Estrés y Sexualidad
Un problema de comunicación
Junto con el estado físico, sicológico y las experiencias pasadas de las personas, el estrés sigue creciendo como factor de alteración de la intimidad. Sin embargo, una vida sexual plena -que explicite y procese todas las demandas de la pareja- podría llegar a neutralizar los síntomas de este trastorno propio de la vida moderna.
Fuente: www.puntovital.cl
Dentro de los múltiples conceptos del estrés, sería importante señalar la definición que hace la Organización Mundial de la Salud como “el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción”. El estrés sería, entonces, cualquier estímulo o situación que requiere que la persona se adapte. El problema se presenta cuando ciertas circunstancias son percibidas por el individuo, consciente o inconcientemente, como una amenaza constante y que requiere, por lo mismo, una permanente y tensa adaptación al medio. Esto provoca reacciones defensivas en la persona, tornándola irritable y sufriendo consecuencias nocivas en su organismo, por períodos prolongados.
En situaciones extremas, puede convertirse en una patología psiquiátrica, definida en el DSM IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) como Trastorno por Estrés Agudo.
Lucy Taylor, sicóloga de la Universidad Católica, explica: “Es importante señalar que la causa es diferente en cada individuo, depende de la tolerancia a la situación específica, del estado físico, psicológico, de la interpretación que cada cual le dé a un hecho determinado, entre otros. Lo importante de destacar es que se trata de un estado displacentero y negativo, generalmente acompañado de alguno de estos síntomas: elevación de la presión sanguínea, gastritis y úlceras en el estómago y en el intestino, disminución de la función renal, problemas del sueño, alteraciones del apetito, agotamiento, anhedonia (incapacidad para disfrutar de las cosas agradables y sentir placer), entre otros”.
Si bien muchas veces se ha analizado el impacto de este problema en el rendimiento laboral y en el entorno familiar del afectado, pocas veces se dimensiona las repercusiones que tiene en la vida sexual de la pareja y, menos aún, la posibilidad de manejar el estrés a través de una vida sexual plena:
“Estando conciente de la complejidad del término, consideraremos la sexualidad como una función vital que influye sobre la conducta de los individuos y sobre las relaciones humanas en general. Afecta a todos los procesos fisiológicos y psicológicos del ser humano. Es un impulso instintivo que atraviesa diferentes etapas a lo largo de la vida de los individuos y que es condicionado en gran medida por el entorno sociocultural en el que viven. Pero ante todo, la relación sexual responde a una necesidad de comunicación física y psicológica que va más allá de la mera unión sexual de los cuerpos”, puntualiza la profesional.
Agrega la especialista que si una persona comienza a padecer de estrés, generalmente se expresará en distintos aspectos de su vida: en el dormir, en el comer, en la capacidad para el placer, no sólo de índole sexual. “En otras ocasiones, si las personas, a pesar de estar estresadas, mantienen una vida sexual activa y satisfactoria, verán neutralizado en parte su estrés. Una dificultad en la sexualidad de un individuo puede provocar una situación de estrés permanente ante el encuentro sexual. Por ejemplo, un individuo con alguna disfunción sexual podría tener síntomas de estrés ante la posibilidad de no cumplir las expectativas. A su vez, una persona que en el pasado ha vivido una situación sexual inadecuada o compleja, tenderá a presentar síntomas ansiosos, y probablemente de estrés, ante la exposición sexual. En síntesis, ambos se interrelacionan y se influyen, cuánto y en qué nivel, dependerá de las características psicológicas del individuo y de las experiencias previas y circunstancias presentes”.
Una vez detectado el problema, ¿qué orientaciones se pueden seguir?
“Es fundamental poder determinar la causa, o causas, del estrés que se está sufriendo. Conversar ese tema puntual, aunque aparentemente no tenga relación directa con la sexualidad entre la pareja, será el punto de partida para unirse en el momento adverso que uno de los dos vive. Esto los hará compartir mayores aspectos del uno y del otro. Desde ahí será necesario plantearse la posibilidad de que, a pesar de las circunstancias (problemas económicos, algún duelo, problema laboral o la situación estresante) que se estén viviendo, puedan tener un tiempo para los dos”, explica la sicóloga Lucy Taylor.
Es posible considerar y aplicar distintas técnicas de encuentro, para lo cual no necesariamente se requiere dinero:
“Enviar a los hijos a casa de los abuelos o con algún familiar o amigo de confianza. Es importante que estén solos, dado que aún cuando han estado quizás acostumbrados a tener su sexualidad con más personas en casa, por las circunstancias particulares del momento, sería importante tener un espacio solos. También resulta fundamental que este encuentro no incluya necesariamente la obligación de tener y llegar a la sexualidad completa. No sólo el coito ayuda a soportar mejor el estrés, también las caricias y el afecto. Un déficit de caricias reduce nuestra valentía, nuestra creatividad y nuestra alegría de vivir”.
Otro consejo consiste en preparar el ambiente como a los dos les parezca adecuado: para compartir, conversar, descansar y, tal vez, tener intimidad sexual. Utilizando todos los sentidos o aquellos con los cuales la pereja se sienta más cómoda. El auditivo (música especial, quizás algo que les recuerde la época de sus primeros encuentros), el olfato (un aroma agradable, velas, perfume en los propios cuerpos), el gusto (una rica cena compartida con caricias), el visual (una tenida especial), el tacto (estar cerca el uno del otro para poder contactarse, cuando cenen, conversen, bailen).
Hacer un compromiso de darse el regalo de disfrutar, y olvidar por unas horas el o los problemas que los afligen, el exterior, lo que se va a cocinar en la semana, los trabajos pendientes, todo. Sólo pensar en el uno y el otro de la pareja.
¿Cómo se puede prevenir que la vida sexual sea invadida o limitada por el estrés?
“Hay diversas orientaciones y consejos que pueden ser útiles al momento de querer mantener una buena sexualidad con la pareja, si compartimos la idea que la relación sexual responde a una necesidad de comunicación física y psicológica que va más allá de la mera unión sexual de los cuerpos. Sería básico mejorar la comunicación en la pareja. Aún cuando esta frase es recurrente en la literatura, en los programas y consejos en artículos y revistas para mejorar la sexualidad en la pareja, es algo fundamental. Por ejemplo, podemos entrenar a un equipo para una competencia, con ejercicios, gimnasio, buena alimentación, pero si no sabemos en qué deporte va a participar, todo lo que hagamos sería inútil, pues en el momento de la competencia, el equipo ni siquiera sabrá las reglas del juego. Es decir, debo saber qué quiero conseguir y qué quiere conseguir mi pareja con el encuentro sexual y, especialmente, cómo es grato y adecuado para ambos. Por ejemplo, explicitar con franqueza si uno quiere solamente satisfacción corporal y el otro desea también satisfacción afectiva. Si uno quiere conseguirlo solamente a través del coito y en forma rápida y el otro quiere llamadas telefónicas, atenciones durante el día, caricias. Cuando estas diferencias no se comunican ni llegan a consenso, es difícil lograr la satisfacción y plenitud en la vida sexual, con o sin estrés”, concluye la especialista.