Recetas de Oriente para la buena salud
La meditación, una técnica de control que tiene sus raíces en Oriente, puede aportar beneficios para la hipertensión, los efectos secundarios de la medicación antirretroviral contra el HIV y el cáncer. Sus virtudes ya interesan a los médicos occidentales
Fuente: www.buenasalud.com
Los lazos entre cuerpo y espíritu
Cuerpo y espíritu: durante mucho tiempo la medicina convencional se encargó de cuidar del primero, sin tomar demasiado en cuenta al segundo. Actualmente, desde distintas disciplinas médicas como la oncología, la cardiología o la infectología, se propicia una visión más integradora del ser humano, que tome en cuenta, justamente, la riqueza de las interrelaciones entre cuerpo y espíritu.
Paralelamente, los numerosos estudios que confirmaron la relación entre estrés y enfermedad dispararon la necesidad de buscar herramientas que permitan controlar este peligroso factor de riesgo de numerosas afecciones. La meditación fue una de las herramientas que los médicos hallaron tras observar la visión integradora que adopta la medicina tradicional de Oriente.
Una de las formas a través de las cuales los pacientes pueden practicar la meditación es el yoga. Estudios publicados en la Gaceta de la Asociación de Medicina de Estados Unidos informan que los pacientes que practicaban yoga obtenían diversos beneficios para enfermedades como la diabetes, la artritis u otras dolencias asociadas con el estrés.
Según un estudio realizado por la consultora neoyorquina Roper Starch Worlwide, aproximadamente el 8 por ciento de las personas recurre a técnicas de meditación como el yoga cuando busca relajarse y aliviar el estrés cotidiano.
¿Qué es el estrés? En el siglo XIX, el fisiólogo francés Claude Bernard lo definió como la respuesta del organismo ante un estímulo que es considerado nocivo; en otras palabras, cualquier perturbación externa que sea significativa para que un organismo da lugar a mecanismos de corrección tendientes a mantener la organización, integridad y permanencia del llamado medio interno.
Un auto que se acerca a gran velocidad o el ruido cercano de una explosión pueden desencadenar a modo de respuesta una catarata de cambios fisiológicos, como por ejemplo una alteración de la presión arterial o de los niveles de glucemia. Pero no todos los estímulos son externos al sujeto: recordar un traumático accidente o rememorar la perdida de un ser querido son estímulos internos que suponen consecuencias similares.
Estrés bueno, estrés malo
Es necesario distinguir entre un estrés benéfico para el organismo (eutrés) y un estrés perjudicial (distrés). Mientras los estímulos eutresantes ponen en marcha mecanismos que favorecen el desarrollo de las capacidades del individuo, el distrés desencadena mecanismos nocivos para el organismo; este último tipo de estrés es aquél que habitualmente causa numerosas patologías, explican los expertos.
Existe una correlación bastante fuerte entre estresores psicobiosociales y el desencadenamiento de muchas patologías que afectan a casi todos los sistemas del organismo. Muchas enfermedades metabólicas como la diabetes, el hipertiroidismo o la insuficiencia suprarrenal tienen como disparador inicial a algún fenómeno de estrés agudo.
La muerte de un ser querido, un divorcio o la pérdida del trabajo, todos estos estresores vitales pueden dar lugar a perjudiciales episodios agudos de estrés. Sin embargo, más silenciosa pero no por ello menos perjudicial es la cronificación de los estresores. El estresor crónico produce una sensación de vacío personal y un estado de indefensión, pues se ha convertido en algo que no pueden resolverse, que actúa cualquiera sea la conducta de la persona. Y el organismo responde en consecuencia. Es ante este estrés crónico que ataca sin cesar el organismo que la meditación se presenta con una herramienta para la prevención de enfermedades.
Complemento de la oncología
Pero además de prevenir la aparición de enfermedades en la que el estrés es un factor de riesgo, la meditación también puede ser utilizada como terapia complementaria de numerosas enfermedades. Tanto la Sociedad Estadounidense del Cáncer como la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, por ejemplo, celebraron el año pasado una reunión dedicada a analizar utilidad que pueden brindar las medicinas complementarias a la oncología tradicional o convencional.
Allí se presentó un estudio realizado en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) del que participaron 100 mujeres que padecían cáncer de mama; los resultados del trabajo mostraron que aquellas pacientes que recibieron sesiones de meditación además del tratamiento convencional (quimio y radioterapia) tuvieron una sobrevida de 18 meses mayor que las pacientes que no recibieron sesiones de meditación.
Aliado contra los efectos secundarios
Junto con la acupuntura, la homeopatía, los tratamientos con hierbas o los masajes, la meditación es una de las herramientas a las que frecuentemente recurren los pacientes con sida que se encuentran bajo tratamiento antirretroviral. Se estima que aproximadamente el 60 por ciento de los pacientes HIV positivo recurren a alguna terapia alternativa, en combinación con las terapias antirretrovirales.
Generalmente, los pacientes recurren a ellas con el objetivo de aliviar los efectos secundarios de la medicación utilizada para combatir al HIV, como las náuseas, el dolor de estómago, la hinchazón o las diarreas. Otro de los objetivos que persiguen los pacientes con sida es mejorar su debilitado sistema inmunológico, para de esta forma poder hacerle frente a las llamadas enfermedades oportunistas que los afectan.
Corazón tranquilo
Otro campo en el que la meditación puede ser útil es la cardiología. El estrés psicológico es uno de los indicadores más claros de riesgo de complicaciones cardíacas, sugieren investigadores de la Clínica Mayo (Estados Unidos). Por otro lado, un estudio realizado en la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos) reveló que las víctimas de infartos de miocardio que aprenden a mantener la calma durante conflictos emocionales reducen a la mitad el riesgo de sufrir otro ataque.
La Asociación de Cardiología de los Estados Unidos, por su parte, recomienda a los pacientes que padecen hipertensión arterial que acompañen su tratamiento convencional con técnicas de meditación. Un estudio patrocinado por esta institución demostró que aquellos que meditaban al menos dos veces por día durante veinte minutos por cada sesión reducían de forma considerable su presión sanguínea.
Según otro trabajo, esta vez realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Morehouse, de Atlanta (Estados Unidos), y presentado en la XV Conferencia Internacional Interdisciplinaria sobre Hipertensión y Factores de Riesgo entre Grupos Étnicos que se realizó en Puerto Rico, las sesiones de meditación tienen un impacto positivo sobre la presión arterial, normalizándola.